miércoles, 8 de diciembre de 2010

Julian Assange: criminal de la verdad

En pleno siglo XXI existe el derecho a ocultar información, a manipular a las masas y a perseguir a todo aquel que atente contra la reputación diplomática de las naciones.

Todos conocemos a Julian Assange, fundador de Wikileaks, portal de trapos sucios y demás documentos que vulneran el derecho que tienen los países a no contar la verdad. Este criminal huía de la justicia por presuntos delitos de agresión sexual hasta ser capturado el 7 de diciembre de 2010 en Reino Unido.

Wikileaks ha puesto en jaque la imagen de EEUU al publicar más de 391.000 documentos confidenciales sobre la guerra de Irak y más de 92.000 documentos sobre la guerra de Afganistán en el que se ha dejado constancia del uso sistemático de la tortura y asesinatos de civiles de forma indiscriminada.

Recientemente ha publicado más de 251.000 documentos de la diplomacia estadounidense en el que se deja al descubierto la verdadera trama diplomática de EEUU, en el que ejerce una gran presión sobre la política internacional.

Más de 750.000 documentos que ensucian la imagen de muchos países, lejos de ser admirado y elogiado por la democracia mundial, ha sido cuestionado, perseguido y posiblemente será condenado por sus "atroces" crímenes.

El 29 de noviembre de 2010 Sarah Palin, viceconsejera del partido republicano, instaba a capturar a Julian Assange al compararlo, en gravedad, con los terroristas de AlQaeda.

Tom Flanagan, asesor del primer ministro de Canadá, dijo en una entrevista en la BBC que Assange debería ser asesinado.

Bill O'Reilly, presentador de la FOX, pidió que se ejecutaran a todos aquellos que filtrasen documentos a Wikileaks.

Servicios de pago electrónico como Paypal y Moneybooker han suspendido su servicio con Wikileaks para evitar su financiación, ya que se nutre únicamente de donaciones anónimas. Los motivos, en teoría, es que su actividad delictiva constituye una violación de los términos del contrato para tener una cuenta con dichas compañías. O quizás sea por la presión que han ejercido determinadas naciones a dichas empresas.

Este es el mundo en el que vivimos. Son pocos los que se atreven a contar la verdad, y los gobiernos, en vez de proteger a los periodistas que se acogen a la libertad de expresión y a la veracidad de la información, se organizan para dar caza a los que ponen en peligro la opacidad propia de la tiranía del poder.

La información es poder y quien la controle, tendrá en su mano la manipulación de las masas. Y el ciudadano, mientras tanto, sigue aborregado en el consumismo mientras ve con indiferencia y apatía cómo el único periodismo que está actualmente al margen de los intereses económicos y políticos, queda sentenciado a muerte por las grandes esferas de poder que nos dominan, por el inexplicable delito de hacer transparente la información de los que nos gobiernan.

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