lunes, 27 de febrero de 2012

La culpabilidad en un universo entrópico

A veces las personas se hacen sentir culpables de todo cuanto les sucede, otras piensan que la culpa siempre viene de unas circunstancias que no pueden o no saben controlar, pero la mayor parte de las veces prefieren desviar el sentimiento de culpa hacia un ente metafísico que les libere de su carga emocional: "Dios así lo quiso", "el destino", "las estrellas", "la vida",...

Pero para ser más precisos, más rigorosos, se debe asumir que:

no existe la casualidad, sino la causalidad de una realidad tremendamente compleja,

una causalidad que intentamos entender, asumir y controlar para nuestro propio beneficio.

En las circunstancias adversas, el ser humano puede enfocar esa causalidad responsabilizando su realidad exterior, o su realidad interior.

En el primer caso la persona tiende a exculparse de su propia incapacidad para desentrañar los resortes de la vida, por lo que asume que las circunstancias que lo rodean determinan el resultado de sus acciones.

En el segundo caso el individuo considera que todo lo que sucede en la vida tiene origen y se gesta en uno mismo, castigando su conciencia por cuantos errores se cometan y premiando el éxito que derivan de sus acciones.

Sin embargo, en la práctica, la mayor parte de las personas practican la primera metodología vital. Otra segmento importante de población lucha por obtener el segundo status, conseguir el equilibrio correcto entre las partes, para responsabilizarse y premiarse en función de las circunstancias. De todos ellos, la inmensa mayoría oscila en esa búsqueda armónica de de premio y castigo, sin ser consciente, la mayor parte del tiempo, que hierra tanto en exceso como en defecto, haciendo de su estado emocional un baile entre la culpa, la incapacidad de sentir que controlan sus propias vidas o la prepotencia de un ego exacerbado.

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