jueves, 25 de octubre de 2012

La caja fuerte

Los hay que son fieles defensores de nuestro Estado de Derecho, personas que consideran técnicamente inamovible el marco legal que nos regula: la Constitución Española.

Por oposición, y no menos importante, están sus detractores, que consideran dicha base legal como algo obsoleto, algo que debe ser cambiado y, en el mejor de los casos, mejorado.

Pro-sistemas y anti-sistemas se enzarzan en eternas discusiones filosóficas sobre las virtudes y desmanes de nuestro modelo social. Ambos son dignos de admiración: unos por ser capaces de ver algo de luz entre tanta oscuridad y otros por soñar con ordenar este caos.

Si uno hace acopio de valentía y se lee la Constitución Española de cabo a rabo, puede (y quizás deba) no estar de acuerdo con alguno de sus 169 artículos, pero que en su amplia mayoría intentan establecer una base legal eminentemente amplia y benefactora. El gran problema estriba en su incumplimiento reiterado de su articulado, en el incorrecto desarrollo de leyes y reglamentos, y en la arbitrariedad con la que los partidos políticos la toman con una mano a modo de escudo mientras se limpian sus propias heces con su cuestionable contenido.

No os voy a mentir si considero que nuestra Constitución debería ser enmendada en algunos puntos, declarar la República y nacionalizar sectores críticos que son demasiado importantes como para el la barbarie capitalista se imponga sobre el bien común. Sin embargo el sistema, en términos generales, es bastante justo y permite su modificación bajo unas condiciones escrupulosamente diseñadas. Dicho de otro modo, la Constitución es bastante rígida, pero no inamovible. No sería beneficioso para nadie que la Constitución fuera algo tan maleable que cualquier político de turno la cambiara de la noche a la mañana, por mucho que sus votantes fueran favorecidos con mayor o menos oportunismo.

Cambiar las leyes educativas cada 4 años es lo que llevan haciendo los distintos gobiernos de la transición con nefastos resultados. Lo lógico sería que todos los partidos hubiesen llegado a un consenso para elevar la educación a estratos ideales en los que se primara la calidad educativa de tal modo que ningún otro gobierno tuviera agallas de hacer partidismo sin quedar como auténticos gilipollas. Eso sería poner a los mejores, a los más aptos, en los puestos docentes, a buenos gestores en la dirección y dotar de suficientes fondos inteligentemente administrados para conseguir que la educación española fuera envidiada a nivel mundial. Otra cuestión sería conseguir la plena ocupación de los futuros ciudadanos, pero eso... eso ya es otro cantar.

Muchos anti-sistema, entre los cuales me incluyo, consideran que el sistema debe ser cambiado. Lo que nos diferencia, es en la manera de propiciar el cambio. Unos piensan que pueden revolucionar el mundo paralelamente al sistema democrático. Y otros pretendemos hacerlo desde dentro.






Ahora es donde viene la caja fuerte. Supongamos que el sistema es una cámara acorazada: los ingenieros (legisladores) blindaron el mecanismo de tal modo que es técnicamente imposible desarmarla desde fuera. Uno puede pensar que con cierta cantidad de explosivos puede reventarla, pero lo que sucede es que el propio sistema tiene sus mecanismos de defensa y abortará cualquier intento de romperla por la fuerza.

Intenten entrar en el Congreso de los diputados con métodos violentos, propicien un golpe de Estado... y se chocarán contra un muro impenetrable de policías, que amén de recibir palos hasta en el paladar, serán juzgados y condenados de acuerdo a la legislación.

Aquellos que intentan cambiar la sociedad despertando las conciencias sin acudir a las urnas es como aquel que intenta atravesar una pared de plomo con aviones de papel. Y si piensan que un millón de manifestaciones van a amedrentar a los corruptos que nos gobiernan están tremendamente equivocados: la mayor parte de los políticos están doctorados en Sordera Social y sólo entienden de engrosar su billetera.

Entonces... ¿cómo lo hacemos?

La caja fuerte no puede ser desmontada desde fuera: no hay un tornillo que aflojar, ni remache que reventar, no hay ni tan siquiera un resquicio al que agarrarse. El único modo de cambiar el diseño de la caja fuerte es entrar, colocar la carga explosiva en su interior y fabricar una nueva bajo las premisas del bien común y la justicia de la mayoría.

La caja se abre un día cada 4 años y somos nosotros quienes decidimos lo que metemos en la caja. Yo creo en el sistema democrático (aunque muy mejorable) y las reglas del juego están muy claritas: vota a quien quieras pero la mayoría decide.

¿Qué estás en contra de la ley D'Hont? Pues vota a un partido que en su programa electoral se comprometa a cambiarla. ¿Qué no quieres monarquía? Pues vota a algún partido republicano. Y así sucesivamente.

Es obvio que existe manipulación mediática que favorece al bipartidismo, que mucha gente vota al PP y otros tantos al PSOE. ¿Qué la gente es ignorante políticamente hablando? Sí, es probable. Lo que me resulta indignante es que mucha gente que quiere un cambio social se abstenga de votar, que voten en blanco o que emitan un voto nulo. Eso si que es un crimen para la revolución.

Existen multitud de partidos con sus respectivos programas electorales. Dudo que alguien que dice que nadie le representa se haya leído más de 2 programas. Si alguien elige abstenerse... ¿qué quiere? ¿una dictadura? ¿qué los políticos se inmolen ante un extraordinario caso de culpabilidad espontánea? Si alguien mete una rodaja de chorizo en un sobre... ¿cree que alguien le dará un pin por su jocoso acto de rebeldía? ¿acaso cree que algún presidente de una mesa electoral llamará alarmado a la Junta Electoral pidiendo la nulidad del sufragio porque han contabilizado 5 rodajas de chorizo? Y si alguien vota en blanco... ¿se ha informado de lo que sucede a efectos prácticos con su opción de voto? ¿voto en blanco es "mente en blanco"? ¿se puede ser apolítico? ¿se puede no tener ideología? Lo veo o demasiado presuntuoso o demasiado cobarde. Sinceramente no me lo trago: creo que es tan indignante que alguien sea tan masoquista como para votar al PP o al PSOE, una y otra vez, a sabiendas de su piratería manifiesta como al que quiere cambiar algo no votando, votando en blanco o emitiendo su "voto" al partido "rodaja-de-chorizo". En mi opinión todos ellos merecen la hoguera, simbólicamente hablando.


Así pues, ya que hay tanto indignado, tanto descontento con el PPSOE... tantos que quieren un cambio... piensen, recapaciten. El sistema sólo puede (y debe) ser cambiado desde dentro. Vayan en masa a votar y mediten con escrupulosa capacidad crítica su opción: porque un voto, sólo una vez cada cuatro años, a efectos prácticos, vale más que mil manifestaciones o infinitas quejas en el bar.

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