viernes, 15 de enero de 2016

Maternidad visible: lactancia responsable

Me parece maravilloso que una mujer decida ir a su lugar de trabajo con su bebé (siempre que la seguridad lo permita) porque la maternidad y la lactancia no deben esconderse, ni debe suponer un impedimento para que una mujer concilie su vida laboral con sus responsabilidades como madre. Las mujeres deben poder elegir si se cogen una baja por maternidad o no, y el lugar de un lactante es estar allá donde esté su madre.

La sociedad debe madurar y normalizar a las mujeres con sus lactantes, respetar su decisión y proteger su condición. Como dijo Isabel Aler Gay, debemos pasar de una ciudadanía a una cuidadanía entendida como que la ciudadanía debe cuidar a sus miembros más vulnerables e integrarlos en la normalidad, no segregarlos. Y los políticos deben dar ejemplo a la sociedad con conductas positivas e integradoras. Así que me quito el sombrero.

Porque todos hemos tenido una madre y todas las mujeres tienen derecho a ser madre sin perder su status laboral. Porque el derecho a la baja por maternidad es un derecho, y no una obligación.

Rastas o chaquetas

En España hay gente enchaquetada, gente con corbata, gente con gomina, pero también hay gente con rastas, con coleta, con ropa de Alcampo, gente que usa la bici como medio habitual de transporte, gente normal y corriente... esa es la España plural que conozco y que ahora sí está representada en el Congreso.

La profesionalidad no es una condición externa sino interna. La estética es una virtud vacía si no tiene una estructura interna que le de soporte. Provenimos de la cultura de la estética, del mundo de las apariencias y esas sombras que se proyectan en la pared de la caverna son más ficticias que reales.

¿Y si le dieramos más importancia al interior que al exterior? ¿Y si alguien con rastas estuviera más capacitado para un cargo que un enchaquetado? La belleza física es sublime pero efímera. La belleza interna puede, incluso, refinarse con el tiempo.

miércoles, 13 de enero de 2016

La Doctrina de Borbón y Grecia

Todo es cierto, salvo alguna cosa. Parafraseando al juez Pedraz, "que Hacienda no somos todos era algo que uno ya se temía, pero que te lo digan en la cara me parece una falta de respeto hacia quienes ingenuamente hemos pagado nuestros impuestos creyendo en ese principio".
Y no es para menos. Que lo diga el abogado de la infanta o el frutero de la esquina tiene un pase, pero que lo digan personas que representan al Estado es una vuelta de tuerca más hacia la decadencia democrática, que ya era deficitaria en el pasado.
Imputar a la monarquía en un proceso judicial ha desvelado con qué materia está hecha la democracia española: Fiscal y Abogacía del Estado unidos para defender a una institución más propia del medievo que de una democracia moderna. Ambas instituciones públicas defendiendo a la que presuntamente robó a todos los españoles cuya única defensa es que ella no sabía nada y que lo hacía todo por amor, y la intentan sacar del juicio acogiéndose a la Doctrina Botín, que no es más que uno de esos inusitados casos de la Justicia española en el que el archiconocido pirata Botín se escaqueó de sus responsabilidades con la Justicia y con Hacienda por ser rico (multimillonario si hablamos con propiedad) y por untar a unos cuantos para exonerarle, creando así jurisprudencia.
Ahora bien, si la infanta resultara libre finalmente de sus responsabilidades legales, aún figurando su firma como cotitular de la empresa defraudadora, aún cobrando por ello, aún defraudando a Hacienda y todo lo demás... esto también podría crear jurisprudencia y se crearía la "Doctrina de Borbón y Grecia". De este modo, cualquier persona que firme documentos, que cobre por una actividad ilegal y no declare a Hacienda lo que corresponda, puede invocar la "Doctrina de Borbón y Grecia" y recordarle con ello a la Fiscalía del Estado, a Hacienda y a la Justicia que retire todos los cargos porque todos los delitos se hicieron bajo el amparo del amor más ciego y la ignorancia más flagrante.